Edad Media: Desde el tiempo de los Bárbaros hasta el estado pontificio.
De siglos atrás y todavía en el siglo v el Imperio Romano era el mundo civilizado que se extendía alrededor del mar Mediterráneo. De los cien millones de habitantes que le calculan aproximadamente, una quinta parte era cristiana. Si la mitad de la población de Asia Menor era cristiana, la proporción era muy inferior en Italia, en España, en las Galias, en ambas Bélgicas, etc.
La vieja sociedad romana se
resistía más y más a recibir la nueva
fe. La mayor parte de las grandes ciudades, comenzando por Roma, permanecían
adictas a sus ídolo. El senado era el último refugio de los dioses paganos;
todavía en el 390 el prefecto Símaco no vacilaba en pedir el
restablecimiento del altar pagano de la Victoria al emperador Teodosio; la
conversión del senador Poncio Anicio Paulino, el futuro San Paulino,
obispo de Nola, resultó ser un "escándalo" para el mundo pagano: sus
parientes, sus
colegas, su
maestro Ausonio renegaron de él. Si bien
Graciano había retirado sus privilegios y contribuciones a los sacerdotes
paganos y a las vestales o pitonisas si, en el 391, fueron cerrados los templos y destruidos
los ídolos; si las leyes de Teodosio llevaban el sello del espíritu
cristiano no por eso había sufrido mengua la corrupción de las
costumbres, ni desaparecido los espectáculos del circo y, con
razón, los cristianos consideraban a Roma como la nueva Babilonia, por sus
crímenes y vida depravada.
A los Bárbaros les quedaba reservado el destruir los restos de una sociedad que no quería convertirse.