Nació en el año 370, y desde el año 412 tuvo firmemente en sus manos las riendas de la Iglesia de Egipto. Cierra gloriosamente la edad de oro de la literatura Patrística en Oriente. Fue un fuerte adversario de Nestorio, a quien hizo condenar en el Concilio que presidió en Éfeso; y es el gran teólogo de la Unión Hipostática.
Además de ser el defensor
del Verbo encarnado y de la Maternidad divina de María, título de gloria
para el obispo de Alejandría fue el haber elaborado en esta ocasión una
autentica y clara teología de la Encarnación. Afirma que "el Emanuel tiene
con seguridad dos naturalezas: la Divina y la Humana. Pero el Señor Jesús
es uno, único verdadero hijo natural de Dios, al mismo tiempo Dios y Hombre; no un
Hombre deificado, semejante a los que por gracia se hacen participes de la divina
naturaleza, sino Dios Verdadero, que por nuestra salvación apareció en la
forma humana". De particular interés ésta es la cuarta de las siete
homilías que pronunció durante el Concilio de Éfeso.
En un importante
ejemplo de predicación mariana, que da comienzo a un rico florecimiento de la
literatura en honor de la Virgen, Cirilo celebra las grandezas divinas de la misión
de María, que es verdaderamente Madre de Dios, por la parte que tuvo en la
concepción y en el parto de la humanidad del Verbo hecho carne. En efecto,
además de sus trabajos exclusivamente doctrinales, tenemos de él 156
homilías sobre San Lucas de carácter pastoral y practico, y las mas
conocidas cartas pastorales, que se encuentran en 29 Homilías pascuales.
Murió en el año 444.