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HOMILIAS sobre "El Arbol de la Vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal"


Padre Pedro Rubio hdv

HOMILIA XI. (Lc 12,35-38) 24/10/1999.



En muchos pasajes del nuevo testamento Jesús nos recuerda que debemos estar velando y orando porque no sabemos a qué hora va a venir el Señor, pues vendrá como ladrón en la noche (Mt. 24,43; Lc. 12,39; I Tes 5,4; II Ped. 3,10; Apo. 3,3;16,15). Meditemos varios de los aspectos que se encierran en esto:

El aspecto positivo. Dios llega como un ladrón y debemos estar atentos. Dios nos visita, y su visita son las gracias que se traducen en entendimiento, luz, vida. Desgraciadamente nosotros confundimos la gracia con el sentir bonito, esperar una caricia, un beso de Dios, pues lo vemos en modo demasiado humano y debemos más bien contemplar el modo Divino de la gracia, que es pura luz, vida pero vida Divina, amor. "Al que mucho se le ha dado, mucho se le pedirá"(Lc. 12, 48), aquí Jesús habla de la luz (gracia divina), y tomando todo en un contexto completo, si los "talentos" (Mt. 25,14ss), "la semilla" (Mt. 13,24-38; Mc. 4,31;), "el fruto", son Jesús, quiere decir que "se nos ha dado mucho" conocimiento, el Verbo se nos ha comunicado y deberíamos entenderlo para que produjera el "fruto" propio. Ese conocimiento de Dios viene en el momento menos esperado: son luces; si estamos atentos llegará un momento en que nos encontraremos bajo una lluvia continua de luz, de la misma manera como Nuestro Señor le dice a Luisa que "quien Vive en la Divina Voluntad, se encuentra bajo una lluvia de luz purísima e interminable" (Brev. 4a semana). Debemos estar atentos; la atención continua nos hace ver luz en todo y en todos, en cada instante nos hace ver a Jesús.

El aspecto negativo. La tentación llega como un ladrón y debemos también estar atentos, pues no sabemos cuándo va a venir; por ejemplo súbitamente nos viene un pensamiento, y creemos que somos nosotros quienes lo provocamos, pero no somos nosotros sino que es una sugerencia del espíritu de la mentira, es por así decirlo una "luz" pero de tinieblas, una ausencia de luz pero que viene a manera de razonamientos, y no distinguiendo bien la causa, nos confundimos y comenzamos a alimentar aquello, en vez de simplemente desviar la mirada y seguir viendo la luz; el estar viendo la luz debe ser un ejercicio constante, porque recordemos que al ver algo sea en nosotros, sea en nuestra naturaleza, sea en los demás, puede venirnos la tentación y empezar a alimentarla llegando incluso a equivocar nuestros juicios. No sabemos ni el día ni la hora en que llegan las tentaciones, por eso es tan importante estar atentos, ¡cuánto se lo repite Nuestro Señor a Luisa!, y es estar atentos a estar comiendo del árbol de la Vida siempre, en todo momento, no importa qué; aun comiendo de este árbol, Dios permite a veces que sintamos ciertas sensaciones, ciertos estados de ánimo, cierta oscuridad, y también estas cosas debemos de nuevo estar atentos para ver a Dios, para alimentarnos del árbol de la vida diciendo por ejemplo: "¿Qué me estará dando Dios en estos momentos con este sentimiento, con esa sensación, con esta ira, etc.?"; ante estas cosas, tenemos que llegar a comprender que ya no es que seamos nosotros quienes nos estamos enojando, que ya no somos nosotros quienes estamos siendo impacientes, sino comprender que es una participación de las penas de Dios en las criaturas, que nos hace sufrir a nosotros todo esto.

Iluminemos esto con un ejemplo: cuando meditemos en la Novena de Navidad, no veamos lo que vivió Jesús, seamos nosotros mismos ese Jesús, leámosla como si fuera nuestra misma historia, meditemos cómo debemos vivir nuestra historia, esa historia de Jesús, la historia de cada verdad, la pasión de Cristo; meditemos cómo cada Verdad se tiene que ir haciendo camino en nuestro corazón y cómo cada Verdad se puede encarnar solamente en un alma Inmaculada, es decir en alguien que tiene un "Concepto Inmaculado de Dios", es decir, que conoce a Dios sin mancha alguna; meditemos cada uno de esos pasos de Dios en ese Decreto Divino de querer darnos a su Verbo para que se encarne en nosotros, y cómo aún estando encarnado como en la Virgen, sufrió lo que sufrió; meditemos como sufrirá en un alma en donde se le da muerte, en donde viene a ser un aborto Divino.

En varios lugares de los Volúmenes, la Virgen le pone a Luisa a Jesús en brazos y le dice: "Cuídalo"; entonces ella tiene que estar pendiente, y así mismo, si nosotros en nuestro interior estamos pendientes, atentos, se va formando una Vida. Debemos estar pendientes de esa verdad que quiere nacer en nosotros, debemos tomar todo como si ya no existiera nuestra vida, y comprender que todo lo que nos sucede, no importa qué, es en Jesús. Esta atención surge del amor; el amor es el que nos hace querer no dejar de estar con El y en El, en vez de estar conviviendo con nosotros mismos, pensando para nosotros, preguntándonos a nosotros, respondiéndonos a nosotros, hablándonos a nosotros, regañándonos a nosotros, estar hablando solos, todo el día, estar hablando solos o incluso con Jesús pero sin ser Jesús, pues una cosa muy diferente es "Ser Jesús" y vivir esa relación con el Padre Celestial, con María, o Ser esa María (que existe en cada alma) y estar con Jesús en perfecta unidad. Realmente la perfecta negación, el concepto perfecto de negarse a sí mismo, es el de no existir, es el de reconocer verdaderamente a Dios, es aquello que dijo la Santísima Virgen en una de sus revelaciones (Roma, "Le tre fontane"), cuando utilizó las misma palabras de Dios para definirse así misma: "Yo soy quien soy en el seno de la Trinidad"; así tenemos que ser cada uno de nosotros, así como se dijo en un retiro: "María fue lo que fue, porque no fue"; a esto tenemos que llegar, a simplemente amar, y este amor interior es el que nos va a impulsar a querer estar en esa atención continua. Muchas cosas nos harán daño mientras no lleguemos a tener una atención continua en Jesús, pero en cambio, el día en que, con esta continua atención, nos demos cuenta de que realmente es Jesús quien hace y mueve todo (situaciones, momentos, dolores, contradicciones, etc.), ese día sentiremos el placer al decir: "Vamos a ver cómo hace Jesús esto o aquello en mí".

La atención nos hace recibir en cada instante la corriente continua del amor de Dios, que en un principio puede ser insensible, solo por Fe, después se irá haciendo sensible, pero "sensible en el alma", no en el cuerpo. Tenemos que aprender también esto, que esa corriente continua toque el alma, aun a veces sin sentir en el cuerpo, y aunque el cuerpo parezca hasta congelado, insensible, que el alma si lo sienta, porque "sabe", porque es Conocimiento.