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ed perfectos como mi Padre celestial es perfecto. (Mt 5,48)

No podríamos aspirar a ninguna perfección ni santidad, porque sólo podemos decir que hay un Santo, y este es Jesús. Entonces, ¿por qué nos pide y nos manda esto? ¡Por amor! 

El Verbo se encarnó en María y ahora quiere repetir este misterio místicamente en cada alma, de manera real y especialísima. Su santidad será la nuestra, El será nuestra santidad, la santidad de las santidades.  Sólo El puede ser correspondencia y ofrenda agradable al Padre: El Sacerdote, La Víctima y el Altar por encima de toda ofrenda, sacrificio y entrega: sólo Jesús. 

"Si conocieras el Don de Dios y quién es el que te dice: dame de beber..." Jn 4,10. El se llama a sí mismo Don, "Regalo", Regalo del cielo para ti, TODO EL para ti, siempre para ti, sin condiciones, sin límites; el regalo del cielo es Jesús y la transformación en El es su Reino.



ara que todos sean uno. COMO tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. (Jn 17,21)

Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. (Jn. 17, 23)

Dios nos mandó, como hemos podido notar en su palabra, a ser uno con él, y esto sólo se obtiene cuando ya no obre nuestra voluntad humana, sino sólo cuando nuestra voluntad esté tan unificada a la de Dios que sea una sola con la Voluntad Divina. Pero para que esto suceda debemos ir muriendo a nuestra propia Voluntad, para que sólo reine en nosotros la Voluntad de Dios, la cual es importante que la conozcamos, porque si no la conocemos no la vamos a amar, no la vamos a ejecutar, no vamos a aprovecharnos de todas las gracias que contiene. 

Ser UNO con Jesús es ser transformado en Jesús por el Don de su Voluntad; el alma en Jesús y Jesús en alma. Y siendo uno con Jesús, seremos uno con el Padre y con el Espíritu Santo. La Unidad, se da por el Amor, en la Luz. Luz y amor, sabiduría y amor. "El sol es fuego, pero al mismo tiempo es luz y es calor, tú Santísima Trinidad estás representada en el Sol... Así como el fuego no se puede dividir de la luz y del calor, así uno es el Padre con el Hijo y el Espíritu Santo. El fuego es el Padre, la Luz es el Hijo y el calor es el Espíritu Santo" (Vol. II Feb 28 1899, Luisa Piccarreta)



s doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. Jn 13,34

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. (Jn 15,9)

Y, ¿qué hay con este mandamiento? ¡Oh Jesús! ¿no podías pedirnos algo más fácil? ¿Cómo vamos a amar a los demás como Tú nos amas, es decir de manera infinita, perfecta, omnipotente, con ternura y dulzura infinita, perfecta misericordia y perfecta bondad, en toda la creación en todo lugar, en cada instante, etc., etc.? 

El hombre, en sí mismo, no puede, puesto que es limitado, criatura, pero Dios sí puede; por eso Santa Teresita, comentando este evangelio del "amaos los unos a los otros como yo os he amado", decía: "Yo sé, Señor, que tú no mandas nada imposible. Tú conoces mejor que yo mi debilidad, mi imperfección. Tú sabes bien que yo nunca podría amar a mis hermanas como tú las amas, si tú mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí. Y porque querías concederme esta gracia, por eso diste un mandamiento nuevo...  ¡Y cómo amo este mandamiento, pues me da la certeza de que tu voluntad es amar tú en mí a todos los que me mandas amar...!" (Historia de un alma, manuscrito C, cap. X)

Jesús quiere, desea, anhela, gime, suspira de amor por tomar almas que quieran ser Jesús, que quieran ser María (como dice San Luis María Grignon de Montfort- que vendría un tiempo en que muchas almas respirarían a María), reproduciendo su Amor Divino. Es decir, el misterio que ocurrió en María hace dos mil años típicamente, se tendrá que repetir ahora, no en una sola criatura, sino en todas místicamente:  misteriosamente, pero real y verdaderamente.




"La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. 


Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor."

Jn 15, 8-9